lunes, 22 de abril de 2013

Gabriela Marín y su Voluntariado en Filipinas

Gabriela Marín, presidenta de la oficina local en la Universidad del Pacífico 2012 estuvo en Filipinas siendo una Agente Global. 

Cuando estaba en secundaria y aun tenia la trillada idea de ser doctora, había escuchado muy pocas veces de Filipinas. Creo que mi ignorancia era tan grande que si alguien me hubiera pedido ubicarla en un mapa, mi índice habría señalado un país en Centro América. En mi defensa, mi colegio novochimbotano no se interesaba por un geografía mas allá de Europa occidental y Norte América, y claro mi poco proactiva mente no indagó por esos lares.

Quizá por eso la sorpresa de mi mamá luego de decir: Mami, me voy de intercambio por AIESEC a Las Filipinas. Ella dijo: ¿Filipinas? ¡¿Filipinas?! ¿Y por que Filipinas?. Mis amigos habrían de decir lo mismo. A lo que yo respondía: ¿Y por qué no? Claro que el fondo del asunto era más profundo.



A mis 21 años de edad, AIESEC me había permitido experimentar, a través de inolvidables conferencias, Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia y Rusia. Oh Rusia, seria el inicio de un new journey. Allí, en una atmósfera mágica con 700 delegados de más de 110 países alrededor del mundo, me di cuenta que ya era tiempo de realizar la razón por la que entré a AIESEC: un intercambio social. Era ahora o nunca, bueno no exactamente “ahora”, pero si en Enero.

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Somos el resultado de un conjunto de decisiones que hemos tomado. Entré a AIESEC, como miembro de Intercambio Sociales Salientes, esto me permitió conocer a uno de los organizadores de un congreso en Montevideo, y así fue como en 2010 emprendo mi primer viaje fuera del Perú, rumbo a Argentina y Uruguay. En 2011, me di cuenta que Economía no era lo que realmente deseaba, empecé en Administración y asumí el reto como Directora de Intercambios Corporativos Entrantes, y con un increíble equipo, decidí probar otro salto: me postulé a Directora de Comité Local  de AIESEC Universidad del Pacifico. Recuerdo el inicio del viaje: “Y la Directora de AIESEC Pacífico 2012 es… ¡¡Gabriela Marín Morón!!”. Fue el viaje más duro y feliz que jamás viví, lleno de retos, fracasos, aciertos, fallos, triunfos, tristezas, alegrías, aprendizaje y las mejores personas con las que pude conocer y trabajar. Un viaje te lleva a lugares imprevistos: Chile, Bolivia y Rusia. Y en Agosto de 2012 en Moscú, conocí a Julia Chu, Directora de Comité Local en Filipinas.
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¿Por qué Filipinas? Primero, quería algo diferente y lejos de casa. Así que definitivamente debería ser o Medio Oriente, o Asia. Decidí Asia, ¿por qué? Porque no tenia idea que esperar de ese continente. Julia y yo nos habíamos convertido en amigas muy cercanas, así que fue casi natural decidir: Let’s get lost and find myself in The Philippines! Ahora somos casi hermanas.

Un punto que definitivamente sello la decisión del país fue el proyecto que encontré: REAP. Fue mi proyecto soñado siempre. Nutrición y Jardinería, juntos!. Filipinas tiene un gran problema de desnutrición y malnutrición en las clases sociales más desfavorecidas, que derivan en mal crecimiento de niños, caries, obesidad, problemas cardíacos  infecciones, entre otros. ¿Qué hacíamos nosotros? Capacitábamos a las familias en jardinería, y de esta manera podían cultivar los vegetales necesarios para su alimentación, ¡en su jardín!, realmente a bajo costo. Luego, los capacitábamos en nutrición, la importancia de esta para su salud, y que era necesario que consuman más seguido, y qué productos debían suspender o disminuir. Finalmente, les ayudábamos con su presupuesto, a escoger los mejores productos para su alimentación y preparar platos mas saludables. ¿Cómo no enamorarse de un proyecto así?

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Así fue como el 2 de enero de 2013 aterrice en Metro Manila, y trabajaría en las comunidades de esta ciudad. Luego de haber sacado la visa en la Embajada, pasado las entrevistas correspondientes con la encargada del Proyecto en Filipinas, dos días de viaje con escala en Madrid y luego en Dubai, llegar a un país diferente, fue un reto mayor.

Trabajamos mas de 10 jóvenes de diferentes países; China, Indonesia, Nueva Zelanda, Holanda, Panamá, Eslovaquia, Australia y Perú. Fue duro, no solo por nuestros distintos puntos de vista, diferentes culturas, sino también por el reto que significaba el proyecto. Jovencitos entre 19 y 23 años debíamos tratar de cambiar o mejorar hábitos de consumo a una sociedad muy distinta a la nuestra, que nos entiendan, y lo mas difícil comprender sus costumbres y el porque que esta detrás de estas.

Me sentí en casa. En las comunidades, jamás vi alegría tan genuina en niños y madres. Verdadera hospitalidad, me sentí en casa, y junto a los demás vivimos experiencias inolvidables durante las clases, jugando con los niños, o simplemente conversando de la vida durante las tardes. Me sentí en casa, junto a otros 15 jóvenes, compartiendo experiencias, y tres de ellas ahora son amigas muy cercanas. Es increíble como a miles de kilómetros de tu país, con personas que acabas de conocer, puedas sentirte querida, entendida, en casa. Vivimos en ese poco tiempo tristezas, alegrías, retos, trabajo, fiestas, viajes, pero sobretodo amistad. Podemos ser “diferentes”, pero nosotras nos sentimos muy iguales J.

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Me sentí en casa con Julia. Nos conocimos por una casualidad, compartimos estrategias y conocimientos, las buenas y malas experiencias. Casi mismos sueños. Pase algunos fines de semana en casa de sus padres, nuestras mamas tienen la misma edad y creo que eso nos hace parecidas. Ahora, ella vendrá a Perú a vivir un año, y adivinen donde vivirá? AIESEC no solo forma lideres; une, crea y refuerza amistades alrededor del mundo, no a pesar de las diferencias, sino gracias a esas diferencias culturales que nos permiten complementarnos.

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